sábado, 15 de octubre de 2016

El último Guardia

          Todo comenzó con luz, pero no era natural aunque no lo sabía. Abrí por primera vez mis ojos y vi a una hermosa y gran mujer, además junto a ella, se encontraba un hombre robusto con una armadura del color de la sangre. Cuando luego vi, a aquel hombre con una túnica blanca, hizo un gesto y oí un golpe y sentí un dolor bastante agudo.
           Empecé a gruñir, parecía que sólo pronunciase la R. Sin embargo, lo que se pudo ver fue salir varios hilos finos de sangre de mis poros y como se dirigían a mi agresor, mientras este quedó impactado. Aunque no pasó nada, aquel hombre con armadura se interpuso y detuvo mis finos hilos mientras sonreía y yo reía al verle feliz... Pero no consigo ver su rostro real, solo esa expresión de sonrisa y escuché a la mujer decir lo siguiente:
            - Cariño, creo que su nombre debería ser R...-
           Me desperté bañado en sudor y miro mi brazo izquierdo, marcado con runas en formas de cicatriz, suspiro y veo a mis compañeros dormidos.
           Al dudar, más bien sabiendo que no iba a dormir más, me levanté y empecé a entrenarme. Cierro mis ojos y centro mi respiración, noto la presión del aire y en ese momento, justo cuando me coloco, oigo algo rasgando unas hojas y un leve silbido.
          Atrapé un virote de ballesta. Y sabía a quién pertenecía, así que con los ojos aún cerrados, alcé la voz y grite:
- ¡Décimo quinto heredero al trono del Reino del hierro... Estáis lejos de vuestro hogar, así que no puedo evitar preguntarme ¿qué os trae por aquí?!-
         El impertinente se aproxima, pero bien resguardado por sus fieles perros, mientras me viro dejando ver mi brazo izquierdo sin capacidad de movimiento.
-Bueno, me dijeron que habían unas cucarachas en mi bosque así que he venido a ver, a que se debe esta intrusión de unos inútiles como tú, manco.-
Atender a sus estupideces fue lo más agotador que he tenido que hacer en mi vida. Y volví a oír la voz de aquel hombre con armadura de sangre. En la que me decía “ los guardias del ocaso somos la espada de la magia, y la magia de la guerra. Pero nuestro objetivo siempre será el mismo, luchar por quienes no pueden.”
Fue entonces cuando un miembro de la caballería se acercó por mi izquierda para golpearme, pero cuando movió su brazo solo fue capaz de sentir como mi pierna golpeaba su cara y lo tiraba del caballo, mientras reía al verlo huir desbocado.
          El príncipe mando a sus caballeros a por mí, pero simplemente levanté la mano en señal de espera y los caballeros respetaron eso.
          En ese momento comencé a golpearme en las cicatrices del brazo izquierdo. Podía sentirlo, el poder volviendo a mi. Miré con bastante calma y lo sentí el terror naciendo en uno de los caballeros.
          - Intuyo, has oído hablar de los guardianes del ocaso, que una vez existieron en el Reino del Hierro.-
          El caballero simplemente asiente mientras el impertinente príncipe ríe diciendo que están extintos.
          Noto yo sonrío mientras rompo la última runa de mi brazo izquierdo y este libera un gran temblor junto a un as de luz que llenó los cielos y cuando por fin la luz se detuvo, solo quedaba un aura arcana rodeándome y una armadura completa echa de sangre del caballero que había derribado previamente.
         - Soy el último guardián del ocaso, no recuerdo mi nombre, pero tú recordarás mi apellido... Salbazar-
         Es entonces cuando agarrando una espada que es tan grande como yo, hago que brille con un fuego azul, rodeado de electricidad y un viento bastante violento que silbaba.
         - Hasta aquí llegasteis-
         Tras estas palabras simplemente levante la espada y al murmurar unas palabras, corte hacia ellos, pero estaba bastante lejos. Aunque eso no supuso un problema, la explosión que cause, arrasó la mitad del bosque que ellos ocupaban.
          Fue entonces cuando pronuncié esas palabras: “ yo soy la espada que guiará al mundo, soy la magia que puede protegerlo, soy un guardia del ocaso y mi labor es, permitir al mundo ver un amanecer más cada día.”




No hay comentarios:

Publicar un comentario