Todo
comenzó con luz, pero no era natural aunque no lo sabía. Abrí por
primera vez mis ojos y vi a una hermosa y gran mujer, además junto a
ella, se encontraba un hombre robusto con una armadura del color de
la sangre. Cuando luego vi, a aquel hombre con una túnica blanca,
hizo un gesto y oí un golpe y sentí un dolor bastante agudo.
Empecé
a gruñir, parecía que sólo pronunciase la R. Sin embargo, lo que
se pudo ver fue salir varios hilos finos de sangre de mis poros y
como se dirigían a mi agresor, mientras este quedó impactado.
Aunque no pasó nada, aquel hombre con armadura se interpuso y detuvo
mis finos hilos mientras sonreía y yo reía al verle feliz... Pero
no consigo ver su rostro real, solo esa expresión de sonrisa y
escuché a la mujer decir lo siguiente:
-
Cariño, creo que su nombre debería ser R...-
Me
desperté bañado en sudor y miro mi brazo izquierdo, marcado con
runas en formas de cicatriz, suspiro y veo a mis compañeros
dormidos.
Al
dudar, más bien sabiendo que no iba a dormir más, me levanté y
empecé a entrenarme. Cierro mis ojos y centro mi respiración, noto
la presión del aire y en ese momento, justo cuando me coloco, oigo
algo rasgando unas hojas y un leve silbido.
Atrapé
un virote de ballesta. Y sabía a quién pertenecía, así que con
los ojos aún cerrados, alcé la voz y grite:
-
¡Décimo quinto heredero al trono del Reino del hierro... Estáis
lejos de vuestro hogar, así que no puedo evitar preguntarme ¿qué
os trae por aquí?!-
El
impertinente se aproxima, pero bien resguardado por sus fieles
perros, mientras me viro dejando ver mi brazo izquierdo sin capacidad
de movimiento.
-Bueno,
me dijeron que habían unas cucarachas en mi bosque así que he
venido a ver, a que se debe esta intrusión de unos inútiles como
tú, manco.-
Atender
a sus estupideces fue lo más agotador que he tenido que hacer en mi
vida. Y volví a oír la voz de aquel hombre con armadura de sangre.
En la que me decía “ los guardias del ocaso somos la espada de la
magia, y la magia de la guerra. Pero nuestro objetivo siempre será
el mismo, luchar por quienes no pueden.”
Fue
entonces cuando un miembro de la caballería se acercó por mi
izquierda para golpearme, pero cuando movió su brazo solo fue capaz
de sentir como mi pierna golpeaba su cara y lo tiraba del caballo,
mientras reía al verlo huir desbocado.
El
príncipe mando a sus caballeros a por mí, pero simplemente levanté
la mano en señal de espera y los caballeros respetaron eso.
En ese momento comencé a golpearme en las cicatrices del brazo
izquierdo. Podía sentirlo, el poder volviendo a mi. Miré con
bastante calma y lo sentí el terror naciendo en uno de los
caballeros.
-
Intuyo, has oído hablar de los guardianes del ocaso, que una vez
existieron en el Reino del Hierro.-
El
caballero simplemente asiente mientras el impertinente príncipe ríe
diciendo que están extintos.
Noto yo sonrío mientras rompo la última runa de mi brazo
izquierdo y este libera un gran temblor junto a un as de luz que
llenó los cielos y cuando por fin la luz se detuvo, solo quedaba un
aura arcana rodeándome y una armadura completa echa de sangre del
caballero que había derribado previamente.
-
Soy el último guardián del ocaso, no recuerdo mi nombre, pero tú
recordarás mi apellido... Salbazar-
Es
entonces cuando agarrando una espada que es tan grande como yo,
hago que brille con un fuego azul, rodeado de electricidad y un
viento bastante violento que silbaba.
-
Hasta aquí llegasteis-
Tras
estas palabras simplemente levante la espada y al murmurar unas
palabras, corte hacia ellos, pero estaba bastante lejos. Aunque eso
no supuso un problema, la explosión que cause, arrasó la mitad del
bosque que ellos ocupaban.
Fue
entonces cuando pronuncié esas palabras: “ yo soy la espada que
guiará al mundo, soy la magia que puede protegerlo, soy un guardia
del ocaso y mi labor es, permitir al mundo ver un amanecer más cada
día.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario