sábado, 28 de enero de 2017

Un Dios Nace

         Siempre desde que fui niño, me sentí atraído por las leyendas y los mitos. Excalibur, Mjolnir, Ang, Grungnir... Un sin fin de artilugios que esperan ser descubiertos. Porque cómo todos saben... Toda leyenda tiene algo de verdad.
         Esto me empujó a investigar en mapas de esos mismos mitos y leyendas y ansiar explorar el mundo, pues para mí, no hay nada mejor que descubrir la verdad tras lo oculto y olvidado.
         Por supuesto siempre habrá gente, personas poco gratas que quieran que esa verdad sea descubierta. ¿Y para qué? Para ellos tener un poder y un control que no merecen.
         Puede sonar prepotente, pero lo cierto es que yo tampoco me considero merecedor de dicho poder.
         Así que me embarqué en este viaje, por todas las tierras donde se encuentra el auge de la mitología nórdica. Viendo a otros buscando donde realmente no se encontraba nada.
         Me colé con sigilo y rapidez, entre en un bosque y tras un largo camino de unas quince horas lo encontré. Un antiguo templo y justo en las afueras una mesa, aún con su rastro de sangre por los sacrificios realizados a los dioses. Caminé, lento pero seguro y allí, en el rincón más oscuro les vi.
         Tres personas, haciendo una especie de corro donde hablaban una lengua que no entendía. De repente se callaron y miraron hacia mí, me señalaron con unos dedos huesudos y delgados, casi esqueléticos. Mi sorpresa, lo que provocó mi caída hacia atrás fue el susto al ver sus rostros.
         Dientes negros, pútridos, una nariz torcida y cortada, igual que si le arrancasen un trozo... Lo peor fue buscar sus ojos, piel quemada y cosida, anulando su capacidad de visión, notándose la malformación de los pliegues de piel.
        Entonces se levantaron y hablaron conmigo, seguía siendo su lengua, pero les entendí.
        -Tú que vienes en busca de una verdad absoluta e inexorable- dijo uno, a la vez que otro comenzaba a hablar.
         -Vienes por los antiguos objetos sagrados, incluida el agua del pozo de Mimir, para obtener sabiduría- alegó el siguiente y habló el último.
         -¿Qué estás dispuesto a sacrificar por la obtención de estos dones? ¿Qué es lo que ofreces por el poder que buscas?- preguntó el último.
         Miré a los tres fijamente, aguantando la... Repugnancia que causaban sus rostros y con serenidad, seguridad y firmeza respondí.
         -La verdad que aquí se oculta, es lo único que puede salvarnos, si no a nosotros, entonces al mundo del mal qué llevamos. Necesitamos alguien que nos guíe con la verdad... Y daré lo que sea necesario, si ese alguien aparece- respondí desde el fondo de mi corazón.
         En ese mismo instante los tres se rieron con fuerza, me viré hacia mi espalda temeroso de que nos oyeran, porque habían personas armadas por ahí.
         Sin embargo tras girarme al comprobar que no venía nadie, los tres estaban frente a mí y lamieron mi cara al completo.
         -Tú eres digno pues no lo buscas por un afán de poder propio.-
         -Los dioses té eligieron como su nuevo adalid para cambiar el mundo.-
         -Le pondrás fin a los corruptos, al mal de tu tiempo y tu mundo... A cambio... Deberás pagar un tributo en sangre.-
         Temblaba de miedo, no entendía que decían y se acercaban a mí con una lanza y una copa llena hasta rebosar de agua.
         Cuando me obligaron a beberla, casi perdí la consciencia... Jamás había sentido antes nada igual, todo el conocimiento,las visiones del pasado, presente y futuro... Cualquiera mataría por esto... Y cuando se acercaba la punta de la lanza la vi, una mano anciana que la agarraba, imponente y fuerte. Un hombre con un bastón en su otra mano y dos cuervos en su hombro.
          No era posible ¿el mismísimo Odín intervino? No creía lo que parecía que veía hasta que puso una mano sobre mi hombro. Entonces el mareo se calmo y pude ubicarme. Le vi mirarme, serio, orgulloso, se veía en él el porte del padre de todos los dioses nórdicos.
         -Puedes empezar a andar tranquilo hijo mío, pues esta agua y esta lanza te pertenecen, ya que su precio ha sido pagado.-
         No me lo creía, Odín me llamó hijo y me hablo... Como si fuese su digno igual. En ese mismo instante todo se volvió negro y me vi en la zona cercana a la cima de una montaña, donde se encontraba Mjolnir, el martillo de Thor.
          Cada vez estaba más asustado, pero oí a Odín diciéndome que avanzase tranquilo y seguro, mi cuerpo sabría qué hacer. Me di cuenta de un cambio, me faltaban los anulares de cada mano y mi cuerpo, mi propio aspecto había cambiado.
         Centré mis pensamientos y vi cómo debía hacer para conseguir llegar al martillo, de ese modo fui hasta él, y cuando lo sujeté, tiré con todas mis fuerzas, pero solo conseguí rodarlo levemente.
         Pero no me desanimó, simplemente significaba que aún no estaba preparado para él. Por lo que decidí avanzar en mi viaje, con una Grungnir bien escondida y una nueva fuente de sabiduría, llegando hasta Gran Bretaña.
         Ahí volví a encontrarme con la gente armada, pero esta vez repararon en mi, pues ellos tenían a alguien con mucha más experiencia de vida que yo. Digamos que no todos los que bebieron del Santo Grial eran tan nobles y honorables como los caballeros de la mesa redonda.
         Por lo que me pillaron desprevenido y me derribaron con un fuerte golpe en la cabeza. Así que esa es mi historia hasta este momento, triste pero cierto.
         A medida que recobro la consciencia, me doy cuenta que estoy en una celda, en una muy antigua celda... Aunque sin encadenar, pero esposado. Miré a mi alrededor. Cómo Grungnir no se podía notar ya que se ocultaba al ojo humano, la conservaba a mi espalda. Así qué sabiendo dónde dejé la hoja de la misma lanza, corté las esposas y la cogí usándola para salir de la celda y vi a aquellos hombres rompiendo tumba por tumba, buscando y sacando las espadas de los doce caballeros. Pero no estaba la del rey. Excalibur no se encontraba entre ellas. Sin embargo mostraban un gran poder y sabía que ese poder, no debía ser traído de nuevo al mundo. Conseguí salir a hurtadillas de allí y fui hasta el lago, donde Merlín escondió la espada devolviéndosela a la Dama del Lago. Y allí lance mi plegaria.
         -Dama del lago, os pido ayuda y compasión, pues los oscuros corazones ansían un poder que no debería despertar otra vez. Os imploro que me prestéis la espada Excalibur, para así erradicar este mal y os juro por mi honor, que os la devolveré sin más.-
         De repente se ve una luz y una hermosa mujer, de cabello brillante como el oro, una piel blanquecina como el reflejo de la luna, unos ojos penetrantes como el mismísimo mar y una voz comparable en belleza al canto de una sirena salió del lago.
         -¿Cómo podéis vos, extranjero, demostrar ese honor y esa dignidad de la que me habláis?-
         Decidí contarle mi historia, mi arrepentimiento fue contar lo de Mjolnir pues, me puso una prueba para demostrar mi honor y era poder llamar al martillo de Thor.
         Me concentré y grité, grité con todas mis fuerzas su nombre, haciendo mi corazón y mi alma más humildes y nobles, queriendo ser quien estaba destinado a ser, sin olvidar mis motivos para llegar a eso.
         Cuál fue mi sorpresa al oír truenos y ver relámpagos hacia mi dirección, entonces sentí un fuerte golpe en mi mano y oí mis dedos crujir. Mjolnir había respondido a mi llamado, superé la prueba y la Dama del Lago me entregó a Excalibur.
         -Espero cumplas tu palabra joven dios, pues nos convertimos en mitos por una razón. Ve a tu gesta y que tu honor quede intacto.-
         Al darme la vuelta, con Excalibur en mano, los vi, doce hombres, once armados con las espadas sagradas de los once caballeros y uno, esperando ansioso la que portaba yo.
         Mi cuerpo reaccionó solo, no entendía que pasaba, pero era como si Odín, Grungnir, Mjolnir y Excalibur me guiasen. Levante con fuerza ambas manos, portando el poder de Thor en una y la fuerza y el valor de Arturo Pendragon en la otra.

         Miré a mi objetivo, por primera vez en mi vida, sin sentir miedo, al fin era libre y lo entendí, por lo que grité con todas mis fuerzas el nombre Mjolnir y Excalibur, implorando la purificación de esas almas. Por esa misma razón fue, que una luz relampagueante fue hasta esos doce. Haciéndoles desaparecer y limpiando sus almas, saliendo de las espadas los once caballeros que iban a ser deshonrados. Dando las gracias y viendo también a Arturo Pendragon, guiando a sus compañeros hasta el descanso eterno y la paz que se habían ganado, mientras que yo, sostuve una a una las doce espadas y se las devolví a la Dama del Lago para asegurarme que jamás nadie las usaría para un mal. Mjolnir se quedó conmigo al igual que Grungnir y así fue, cómo Odín me aceptó, como un nuevo dios y el último guardián de este mundo, viviendo como un mortal.


Dibujo realizado por mi dibujante habitual: Dorian. 
Aprovecho este relato para agradecerte el trabajo que dedicas al dar un reflejo visual a mis relatos.

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