En
una antigua época, antes de que se formasen las primeras sociedades
y las grandes civilizaciones conocidas por la historia, en un país,
hoy conocido por el nombre de Grecia, trajo consigo a una persona
fuera de lo normal. Su nombre es Yesenia, una combatiente de espada
semi curva similar a las armas asiáticas y con una armadura digna de
los dioses.
Ella
fue enviada para mantener un equilibrio. Entrenada por Ares,
equipada por Hefesto, formada por Atenea y realzada por Zeus. Fue
entonces cuando despertó en el mundo y la abandonada tierra, de los
mortales.
Lo
primero que vió fue, un amanecer, Apolo llevando el Sol hacia el
horizonte, haciendo así que sus tierras despertasen. Después, todo
lo que pudo ver fue la barbarie, como aquellos que eran iguales entre
ellos se mataban por un trozo de tierra o simplemente por un par de
animales o prendas.
Ante
esas escenas, su única motivación por sus enseñanzas fue erradicar
esos conflictos, a través de imponer su autoridad ante esas
personas... Por denominarlas de alguna manera.
No
pasó mucho tiempo hasta que vió a su joven primo Alexius,
denominado protector de la humanidad. Portador de un arco y varias
armas distintas. Le gustaba denominarse como un ejército andante.
-Cálmate
un poco prima... O acabarás dejando a este mundo sin habitantes. Y
no creo que quieras eso.- dice Alexius con calma y una sonrisa que
denotaba unas ganas de pelear.
-¿Acaso
sabes cómo reaccionan estas criaturas? Ellos necesitan ser
escarmentados.
-No
mi querida prima, ellos necesitan ser educados y enseñados, como
ambos lo fuimos por Atenea.-
En
ese mismo momento Yesenia refrenó su espada, pensando en lo que su
primo dijo y entonces, comenzaron a trabajar juntos. Buscando así
delimitar fronteras y educar a esos seres tristes e inferiores.
Así
empezó el nacimiento de una gran nación, el surgimiento de una
historia que jamás encontraría el fin. Pero, no se daban cuenta de
que algo en ellos iba cambiando, ya no parecían ser tan superiores.
Al
cabo de unos años lo entendieron, mientras los mortales creaban
casas, hogares para ellos y lugares de culto para Zeus y sus hermanos
e hijos, ellos se estaban volviendo más “humanos”.
Sin
embargo no contaban con una prima de ellos, la joven y hermosa Erma.
Una diosa que solo desea desatar y alimentarse del ansia de la guerra
y el conflicto. Algo que sus primos tardaron más de diez años en
erradicar.
Todo
sea dicho, Erma aprendió mucho de sus primos y educó a muchos
mortales para su único y gran fin, proclamar su guerra por todo el
mundo y así demostrar su superioridad.
Llegado
el momento, Yesenia y Alexius ya habían alcanzado una edad adulta. Y
habían adiestrado a algunos como soldados, para salvaguardar las
leyes y normas. Aunque habrían deseado que su prima compartiese esos
ideales.
Lamentablemente
eso no fue así, por lo que una gran guerra estalló, de forma
irremediable por como chocaban las ideologías de estos dos
territorios. Al cabo de una semana de guerra, todas las tierras de
cultivo eran un baño de sangre. Allá dónde miraban, solo veían
rastro de muerte y devastación. Yesenia y Alexius no lo soportaban
más, así que sé pertrecharon, se mentalizaron y tomaron una
decisión. Partieron a una batalla de la que no sabían cómo
terminaría. Expulsando a todos los ciudadanos de esa ciudad.
Erma
les esperaba, sabía que no tenían dotes divinas porque decidieron
seguir como mortales. Esa fue su sentencia de muerte.
El
combate contra Erma se presentó largo y sufrido, cada vez más
difícil y peor de lo que se podrían imaginar. Los aceros chocaban,
la sangre se derramaba sin cesar... Y cuando parecía que Erma
triunfaría al matar a una Yesenia agotada, descubre que Alexius
interviene y le mantiene el combate hasta que este es atravesado en
el pecho, viendo a Erma sonreír, mientras le dice ya no eres tan
buen guerrero primito.
Al
ver eso Yesenia entró en cólera, con un torbellino de emociones y
fue ahí cuando Zeus cogió su rayo y lo lanzó, devolviendo así a
Yesenia su esencia divina, aniquilando así a Erma, pero no
albergando odio, sino sintiendo lástima por ver aquello en lo que se
convirtió.
Esta
es la historia de la primera heroína de la historia. Pero aquellos
ciudadanos, marcharon lejos y crearon la ciudad de Babilonia. Dando
al fin un comienzo a la era del hombre hasta el día de hoy.
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